A través de ellos Dios se refleja.
Benditos, pequeñitos, dulces y desesperados.
Tiernos, con su mirada triste y muchos con su pancita vacía.
Mas... su corazón está henchido. Ellos esperan y su confianza resplandece a flor de piel, con cada ser que se aproxima y los sostiene con esperanza y fe.
Ellos, divinos son la paloma de paz en el mundo, ángeles en la tierra.
Cuidemos de nuestros niños.
Dios nos lo ha encomendado.
No nos quedemos callados, oremos ante tanto abandono y crimen, violencia
y desamor, indiferencia, crueldad de ¡lesa humanidad!
¡Adelante!... luchemos por ellos. Los niños son ¡TODO! Por una vida mejor, en calidad y calidez.
Apadrinemos a un niño desolado, acariciemos esos ojitos desamparados, ofrezcamos pan y... dedicación en grandes fracciones de amor.
Prof. Psicóloga Clínica
Amalia I. Paccié Amador